
Otra vez te vi merodear
entre las cuatro paredes
de la habitación.
Silenciosa, agazapada,
esperando la derrota del
cuerpo envejecido por
el tiempo, con la mente
perdida en un dolor intenso.
Un fiero y duro combate
entre la vida y la muerte,
baldío esfuerzo de un cuerpo
derrotado... Mar sin
orillas de la vida misma...
Con sus alas rotas, sólo
le queda un torpe volar
a tientas por el ocaso
púrpura de dolores
sin razón.
Los ojos ceden al peso
de los párpados, dejándose
caer sin sonido en un
sueño tranquilo...
Una última mirada, un
gesto entorpecido por
el cansancio. En la
habitación flotan fragmentos
de sueños por soñar, vagas
luces trepan y descienden
por las paredes, donde el
cuerpo se duerme en el
sosiego, y el alma regala
dulces sueños.......