viernes, 9 de abril de 2010

Luz.




Las horas caen adormecidas
en cada hoja, voces rotas,
perdidas en el mar de la
existencia, signos confusos
que, ni entiendo ni comprendo.
Aquí me encuentro, en esta
edad, ni joven ni viejo,
espero y observo, penetro
en mi mente en un
largo sueño turbulento.
El tiempo me da la vida
y me la quita, los años
se levantan a mis espaldas
en enjambres y, la tristeza
se me enreda en el
vacío de la sangre, en
la soledad de gestos no
cumplidos, olvidados
en los bordes de las calles.
Una luz forcejea muy
dentro, pasa y cruje
entre huesos rosados,
en lo mudo del cuerpo
como un rayo, una
claridad que abre
su camino que,
propone y dispone,
dejar el peso en la tierra,
lo otro, que no comprendo,
que quede libre por los
cielos...